CAP 2 IMPORTANCIA Y TRAGEDIA DE LUCIFER

Cuando el Espíritu Santo da testimonio acerca de Cristo por medio de David, dice: “..Desde el seno de la aurora (del seno del Padre), anteriormente a la Estrella (Lucifer), semejante al rocío (que existe antes de aparecer ) era tu nacimiento” (Salmo 110:3b).

Este rayo de luz divina revela a Lucifer, o al Lucero, como a uno de los personajes más poderosos en el Universo. Solamente el Unigénito Hijo del Padre fue más, porque como Creador del Universo se manifestó antes de la aparición del Lucero. Y ello revela que Lucifer era segundo después de Cristo.

La historia posterior de Lucifer nos es revelada por medio del profeta Isaías en las siguientes palabras: “Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!. Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte, sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”. (Isaías 1:12-14).

El poderoso y glorioso Lucero se revela ante nosotros en estas palabras como disconforme con su gloria, que audazmente pretende elevar por sobre todo, y con sus propias fuerzas hacerse semejante al Altísimo, ocupando en el Universo un lugar a la altura de El, esto es, con Cristo Jesús, ser semejante a Él, compartir con El su gloria y poder. Pero este atrevimiento le trae la caída del Cielo a la Tierra, que debía ser el campo de su última derrota en su sublevación frente al Cristo de Dios.

Cuando apareció el hombre en la Tierra, en la cual Lucifer ya estaba, seguramente, éste crujió sus dientes de envidia y rencor, porque percibió que la nueva criatura, recién formada, era creada a la imagen de Dios y debía pasar un proceso de transformación, alcanzando la semejanza de Dios y la de Cristo. Esta era precisamente la posición que él aspiraba lograr con sus propias fuerzas y orgullo, que resultó en su caída. Y ahora apareció un competidor en la lucha por él empezada.

El diablo no podía permanecer indiferente ante la aparición del hombre en la Tierra, ni dejar de aplicar todas sus fuerzas para hacerlo desaparecer. Pero la destrucción del hombre por la violencia era imposible, ya que el hombre era fuerte y poderoso como Dios, mientras el Creador estuviera de su lado. Además, el hombre es inmortal y eterno como lo era el mismo Lucifer, estando en contacto con su Creador. La lucha física con el hombre era inútil. Sin embargo, existía otro camino; el de indisponer al hombre contra Dios; el de atraer a éste con lisonjas y adulaciones, poniéndole de su parte y transformándole en su cómplice, subordinado a todas sus intenciones maliciosas.

Satanás no tardó en aplicar este método de lucha con el hombre y, por medio de éste, con Dios. Atrajo al hombre por idéntico camino de caída por el cual un día él mismo entró. Sobre esto la Biblia dice lo siguiente: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer; ¿conque Dios os ha dicho no comáis de todo árbol del huerto¿, Y la mujer respondió a la serpiente? Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios; no comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-5).

Qué terrible es la astucia y el subterfugio de Satanás!
El hombre sabía que su destino era ser semejante a Dios, porque éste era el último objetivo de Dios al crearle a su imagen. Pero sabía, también, que para ello era necesario pasar por un largo camino de desarrollo y transformación. Y he aquí, a su lado está alguien que le indica un camino más corto. Un instante, un acto y pasaría de la niñez a la madurez. Alcanzaría ser semejante a Dios con sus propias fuerzas. También el diablo intentó alcanzar con su poder la semejanza del Altísimo, pero cayó. Ahora lleva al hombre exactamente por el mismo camino, inspirado en su alma la misma desconfianza al camino de Dios.

Más tarde Satanás aplicó esta misma táctica a Cristo cuando éste, en forma de hombre, vino para rescatar al mundo del dominio diabólico. He aquí la descripción de este acontecimiento: “Y le llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está; Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás” (Lucas 4: 5-8).

Como pastor que va tras la oveja perdida, Cristo vino a este mundo para buscar y salvar al hombre perdido y restablecer el REINO DE DIOS en la Tierra. Esta venida fue predicha muchos siglos antes. El camino de salvación estaba trazado a través de Getsemaní y el Gólgota. Cristo sabía eso. También lo sabía el diablo. Por esto, Satanás, que es el príncipe y señor de este mundo, sale a su encuentro desde los primeros días de su actividad mesiánica, le lleva a un lugar aislado y, en un abrir y cerrar de ojos, le muestra todos los reinos de este mundo.
“Tú ves todos estos reinos y la gloria de ellos –le dice-. Tú viniste para quitarme todo esto, pero echa una mirada; allí está Getsemaní y más allá el Gólgota, éste es tu camino.. Sin embargo, hay otro mucho más corto, un camino mucho más llano, un camino sin sufrimientos y sin luchas; solamente un instante, un paso, únicamente una adoración a mí y todo te será entregado espontánea y voluntariamente; y, de esta manera, evitando los sufrimientos y la muerte, serás dueño del mundo y recibirás lo que viniste a buscar en la Tierra.”

Cristo rechazó el atajo ofrecido por el diablo, pero opuesto al camino de Dios, escogiendo el Gólgota. Por el contrario, el primer Adán cedió ante el engaño adulador de Satanás, no rechazó su oferta, extendió su mano hacia el fruto prohibido, dio el fatal corto paso para, en un abrir y cerrar de ojos, ser semejante a Dios; pero, en lugar de la transformación instantánea a la semejanza del Altísimo, se perdió y se alejó, haciéndose enemigo de Dios y cómplice del diablo.

La Tierra y todo lo que había en ella, que desde el comienzo representaba el maravilloso y glorioso reino de Dios, creado para el hombre y entregado a él como dirigente y gobernador puesto por Dios, después de la caída de este regente se transformó en reino de este mundo.

Hasta antes de la caída el hombre tenía que gobernar alcanzando su perfección; pero ahora lo gobierna bajo el dominio de las potencias sombrías del diablo, y este último es su real amo y señor. “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos (es decir, los reinos de la Tierra)., porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy”, manifiesta él a Cristo en el momento de la tentación.
Con esto la posición del hombre ha variado en cuanto a sus relaciones con Dios. Fue creado eterno – inmortal -; empero, cayó bajo la ley moral invariable del Universo. “La paga del pecado es muerte”. Romanos 6:23).

Comentarios

Entradas más populares de este blog