CAP 1 ¿QUÉ ERA LA TIERRA EN SU PRINCIPIO?

Cuando seguimos el desarrollo de los seres que habitan este mundo observamos una sucesión de inventos, o sea manifestaciones claras de propósito y designio totalmente ajenas e imposibles de atribuir al ser vegetal, animal o humano que es objeto de tales beneficios.
Sin embargo, en la vida de los seres animados, desde los más simples hasta el hombre, se descubre una extraordinaria pugna. El uno destruye y ataca al otro, acortándole la vida para nutrirse él y su prole. Escuchamos los gemidos de los débiles que padecen la crueldad de los más fuertes. Estos quejidos llenan el agua, la tierra y el aire.
Ante este hecho surge inmediatamente en el hombre moralmente sensitivo, por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, la siguiente reflexión lógica; “¡Acaso el todopoderoso Creador del Universo, uno de cuyos nombres es amor, creó nuestra Tierra para que fuera teatro de violencia, quejidos y clamores?. De ser así, nuestro mundo físico no puede glorificar a su Creador en el terreno más esencial de sus atributos. ¿Acaso nuestra Tierra, y todo lo que la habita, salió de las manos de su divino y supremo Artífice como es ella actualmente? Y si no, ¿qué clase de Tierra era en el principio? ¿Nos da la Biblia alguna respuesta a tal anomalía?.”

Si!, en Romanos 8:22-23 leemos: “Porque el anhelo ardiente de la creación es aguardar la manifestación de los hijos de Dios...; porque sabemos que toda la creación gime a una...; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la redención de nuestro cuerpo.”

Ello nos indica que ha tenido lugar un cambio en la creación y que ha de producirse un dia una restauración según el propósito inicial de Dios para con este mundo; no solamente en lo que respecta a los seres humanos, sino incluso para las condiciones externas que afectan a la vida de todos los seres creados.

En el libro de Job, al revelar Dios su potencia, poder y justicia al afligido patriarca, le hace la pregunta: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas el alba y se regocijaban todos los hijos de Dios? (Job 38:4-7)
Observando las condiciones de la vida actual sobre la Tierra, los seres celestiales tienen bien pocos motivos para gozarse, sino que como su Creador, Cristo Jesús, en el tiempo de su visita a esta Tierra, en lugar de gozarse tienen sobradas razones para derramar amargas lágrimas.

Las criaturas puras, inocentes y santas no pueden gozarse ante escenas de crueldad o de pecado, sino que se alegran por todo lo que es ideal, puro y santo; y si nuestra Tierra era objeto de gozo para los ángeles cuando fue creada por Dios, es porque sus condiciones de vida eran totalmente diferentes para todos los seres que vivieron en aquella primera época, ya que el mundo fue organizado y constituido como el glorioso reino de Dios para habitación del hombre sin pecado, y de seres menos inteligentes y perecederos que le rodeaban, pero no “sujetos a vanidad” ni obligados “a gemir”, sino gozando de la paz y abundancia que se revela en el pacífico cuadro del Edén.

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