CAP 8. los dos últimos profetas pag. 132-134

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(pág. 132-134)

Igualmente ahora, al comenzar la última y definitiva obra del restablecimiento del reino de Dios. El envía otra vez a los ciudadanos de su reino  a dos últimos testigos. Al pueblo de nuevo reunido de todos los confines de la Tierra reaparecen los dos personajes más poderosos que existieron entre sus antepasados: Moisés y Elías.

Israel, que aguarda al Mesías hasta este día, sabe que antes de su aparición debe venir Elías y aparejar el camino para El, porque tienen predicciones exactas acerca de él y lo aguardan a cada instante. El espíritu y los poderes que actuaban en Moisés y Elías en otro tiempo se manifestarán otra vez a través de estos dos testigos, sólo que en escala mundial y mucho más amplia.

La actividad que ellos desarrollan y la manifestación de sus poderes está expresado en dos lugares de la Escritura. Respecto a las actividades del Elías futuro habla el profeta Malaquías (4:5,6). Y acerca de las de ambos lo refiere Juan en el Apocalípsis (11:3,12).

Como ellos son los últimos precursores del Cristo que viene para juzgar al mundo y restablecer el reino de Dios, su principal actividad consiste en la preparación de Israel para el encuentro con su Mesías. Por medio de estos dos personajes se proclaman otra vez las nuevas que en otro tiempo fueron anunciadas por Juan el Bautista: "El tiempo es cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y preparaos para el encuentro de vuestro Rey".

La predicación, por unas razones u otras, es nuevamente rechazada, pero 144.000 del pueblo reunido en Palestina responden al llamado (Apocalípsis 7:4-8). Bajo la dirección de estos dos profetas se organiza la más grande obra misionera en Jerusalén y de los hebreos convertidos, 144.000 se consagran íntegramente a la predicación sobre el acercamiento del reino en toda la faz de la Tierra. Con la predicación del acercamiento del reino y de los juicios que vendrán sobre las naciones estos misioneros se esparcen por el mundo entero. Como  resultado de su predicación de acuerdo a Apocalípsis 7:9-17), vemos que millones de salvados de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos se convierten en el transcurso de dos o tres años.

La agitación en los pueblos, que había comenzado antes del arrebatamiento de la Iglesia, se extiende y se ahonda cada vez más en este tiempo. Los que pronuncian discursos en cada país acerca de la paz y de negociaciones de paz entre los pueblos, se transforman cada vez más en huecos charlatanes; no hay confianza recíproca, se temen el uno al otro, se teme a todo y de todo.

Las horribles fuerzas de la Naturaleza liberadas por el hombre con la ayuda del diablo, como resultado de la desintegración del átomo, conducen a la Humanidad a un indescriptible terror.  Bajo el influjo de estos temores, buscando una salida a la situación que ellos mismos crearon, los hombres de la Tierra que rechazaron a Cristo como su único Salvador buscan con más celo al superhombre -por así llamarlo-, el que podría sacar a las naciones del caos, establecer la paz en la Tierra y liberar a los vivientes del estado crónico de temor.

Finalmente, el ansia de la Humanidad por la aparición de un jefe universal sube hasta lo indecible, y sobre la arena del mundo aparece el anticristo largamente esperado.

El apóstol Juan, en su Apocalípsis (13:1-3), lo presenta en forma de una bestia que sale del mar, esto es, de en medio de una inquieta Humanidad, "como el mar en tempestad que no puede estarse quieto, cuyas aguas arrojan cieno y lodo" (Isaías 57:20_21).

Esta horrible bestia tiene su boca como de león. En forma de león se representaba antiguamente al Nabucodonosor de Babilonia. El superhombre manifestará cualidades nobles, semejantes a las del antiguo Nabucodonosor, aunque dicha nobleza, como se nota, estará únicamente en sus labios, en sus hermosas palabras y en las muchas promesas a los habitantes de la Tierra. Será un gran orador. Atraerá a sí mismo como sus arengas mayores masas que las que atraía no hace mucho Hitler en Alemania.

En general por sus talentos de gobernante estará por encima de todos los moradores en la Tierra. El será el hombre número uno, y esta absoluta, talentosa y poderosa personalidad será recibida por todos los pueblos de este mundo, reconocida como jefe universal, y a él será delegado el poder y la autoridad sobre toda la Tierra.



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