CAP 10 Armagedón

teruruguay@gmail.com (pag. 172-177)


La profecía de David "el que mora en los cielos se reirá: el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira", se cumple en este tiempo con extraordinaria exactitud. Verdaderamente el Señor se burla de sus enemigos. Ellos se armaron hasta los dientes contra El, se juntaron para batirse en duelo con El y ahora, cuando El aún no aparece, mueren destruyéndose unos a otros, buscando una muerte más rápida porque el Señor, con su furor, por las fuerzas de la Naturaleza, que están en sus manos, los trae a turbación. Este desconcierto en las filas de sus enemigos en medio de la impenetrable oscuridad comienza a disiparse y, envuelto en rayos de luz, sobre el monte de los Olivos, surge la señal del Hijo del Hombre en el cielo. Aparece en las nubes celestiales el Señor Jesucristo viniendo con gran poder y gloria (Mateo 24:30).

Consternado y sobrecogido de terror el resto del ejército desorganizado, ante el aspecto del Señor que viene, y ante la aparición de la luz, huyen a los montes, buscan desfiladeros y cuevas donde poder esconderse. Claman a las frías rocas: "Caed sobre nosotros y cubridnos del rostro del que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero, porque ha llegado el gran día de su ira: ¿y quién podrá mantenerse firme? (Apocalipsis 6:12-17;  Mateo 24:29,30).

En este momento se trocan los papeles. Hasta el presente vimos que en los montes, en cuevas y en desfiladeros se ocultaba el resto de creyentes oprimidos de todas las naciones; pero al ver todos estos acontecimientos, las señales en el Sol, en la Luna y en las estrellas, tratando de evitar los efectos de los temblores de tierra, todos los creyentes salen de sus refugios con corazones henchidos de gozo indescriptible, porque recuerdan las palabras del Señor;  "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguios y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca" (Lucas 21; 25-28). Porque los fenómenos espantosos en la Naturaleza no representan para ellos otra cosa que la señal de la salvación que aguardaban y por la cual oraban. Los refugiados reconocen que éstos son los pasos del Señor que se acerca. Abandonan sus escondites pero sus enemigos y verdugos, que hasta ahora buscaban su muerte, huyen a los mismos lugares ocultos, corriendo, no ya para ver si pueden hallar a los perseguidos, sino para ocultarse ellos mismos de la presencia del Señor que viene.

El grito de combate en las filas del ejército del anticristo ha cambiado. Hasta hace poco gritaban: "¿Quién es semejante a la bestia (o sea, a nuestro jefe), y quién podrá batirse con él?" Y ahora, dirigiéndose a los montes, gritan: "Caed sobre nosotros y cubridnos de la presencia del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero, porque ha llegado el gran día de su ira; ¿y quién podrá estar firme?"  Estas palabras declaran su impotencia y el arrepentimiento de su insensata empresa. Pero este arrepentimiento llegó demasiado tarde. Los montes ahora no podrán caer, ni les salvarán del inevitable castigo, porque Juan, a quien le fuera revelado con antelación ese momento, dice: " Y ví a un ángel que estaba en la pie en el sol y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo; Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes" (Apocalípsis 19:17,18).

Palestina es convertida en desierto, porque parte del pueblo huyó; los vivientes se esconden cada cual donde puede. No hay quien pueda ocuparse de inmediato de sepultar las destruidas tropas. Por tal motivo, el ángel del Señor anticipadamente da la orden a las aves del cielo a reunirse en Palestina. Las palabras del Señor; "Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas" (Mateo 24:28) se cumplen ahora con exactitud literal. Toda Palestina está cubierta de cuerpos muertos y las águilas y demás aves de rapiña acuden de todas direcciones para devorarlos.

Más adelante Juan dice: "Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo y contra su ejército. Y la bestia fue apresada y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella señales... Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos (Apocalípsis 19:11,21)

He aquí el panorama del Armagedón ilustrado en las Sagradas Escrituras desde el comienzo hasta el fin. No se trata de ninguna lucha política, como algunos han pensado, pues no existe en la Tierra ninguna nación independiente, y por consiguiente no puede haber guerra entre los pueblos, sino que siendo súbditos del reino del diablo, bajo su dirección se levantan para luchar con los súbditos del reino de Dios, quienes están bajo la protección de Jehová:  Jesucristo.

La derrota de las tropas reunidas en el Armagedón comenzó con el oscurecimiento del Sol y la caída de meteoritos, con la destrucción de los hombres entre sí y con la muerte masiva por causa de parálisis al corazón o consunción de la carne, pues dice que los ojos se loes consumirán en las cuencas y la lengua se les pegará a la laringe, de llegar a la terrible derrota que concluye con la aparición personal de Cristo y su Iglesia.

El mismo jefe de los pueblos -la bestia- y su teniente -falso profeta- son apresados vivos y lanzados en el lago de fuego, en el lugar merecido para su morada; y los demás fueron muertos con la espada del Señor. Las aves del cielo que acuden al llamado de reunirse en Palestina resultan medios sanitarios en las manos de Dios, debido a la ausencia de los moradores del país. Las aves devoran las carnes de los vencidos, y los huesos serán recogidos más tarde, cuando el escondido y esparcido pueblo de Israel de nuevo se reúna en su país.

El profeta Ezequiel, al describir esta horrible derrota en el capítulo 39 de su libro, llama al superhombre Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal. Históricamente estos países y tribus corresponden a la actual Turquía y a las naciones del Cercano Oriente lindantes con el norte de Palestina.

Aunque Ezequiel le da el nombre de príncipe de estos pueblos norteños, es, en realidad, príncipe y señor de toda la Tierra, porque a él le es dado el dominio sobre "todas las tribus, naciones y lenguas".

En la historia de su lucha con Dios por la dominación de la Tierra el diablo ataca dos veces a Jerusalén, como centro del reino de Dios en el mundo. Entre estos dos ataques contra Jerusalén hay un intervalo de mil años.  Pero en ambos casos él lleva, según Ezequiel, el mismo nombre: Gog. Los capítulos 38 y 39 contienen todos los pormenores de estas dos agresiones.

Ezequiel describe detalladamente en el capítulo 38 de su libro los ataques a Jerusalén al final del reino milenial, cuando el pueblo vive tranquilo, sin armas, sin la necesidad de asegurarse y también sin cerrojos en las puertas. Esta  descripción corresponde a las agresiones narradas en Apocalípsis 20:7-10. Juan se que el fuego desciende del cielo y devora a los ejércitos reunidos contra Jerusalén.
Ezequiel, al final de su capítulo, dice que Dios derrama sobre los regimientos de Gog fuego y azufre. El fuego de parte de Dios es el sepulturero de los ejércitos en esta última ocasión (Ezequiel 38; Apocalípsis 20:9).

En cambio, el capítulo 39 del libro de Ezequiel contiene la descripción de la batalla del Armagedón antes del comienzo del reino de Dios en la Tierra, la cual corresponde al capítulo 19:11-21 del Apocalípsis. En ambos pasajes las aves son sepultureras de las tropas derrotadas. Y después de esta derrota los habitantes de Palestina que regresan de la dispersión entierran durante siete meses los huesos de los muertos, y en los siete años subsiguientes destruyen con fuego los artefactos y material de guerra del ejército del anticristo.

La batalla y exterminio de las tropas del anticristo en el Armagedón ha concluido. El, personalmente, y su lugarteniente son llevados a su lugar de castigo. No obstante, la Tierra no está del todo purificada de gente mundana.

Las legiones del superhombre se componían en su mayor parte de los habitantes de países cercanos a Palestina a quienes él pudo reunir en breve plazo. Pero ha quedado todavía mucha gente en países lejanos para quienes ha llegado el turno de comparecen ante el trono justo de Dios para recibir la paga por sus obras, y conforme al trato dado a los santos durante el período de la Gran Tribulación.




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