CAP 9 LOS GRANDES JUICIOS (pag.141-143)

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Habiendo alcanzado en la persona del superhombre total e ilimitado dominio sobre los moradores de la Tierra, el diablo procura grandeza y pretende llegar a su meta definitiva sobre la Tierra. El desea ser no solamente rey del Universo, sino también dios de todos sus habitantes.
El apóstol Pablo, en su epístola a los Corintios, llama al diablo el dios de este siglo, que ha enceguecido el entendimiento de los hombres (2 Cor. 4:4). Para muchos el es así desde siglos atrás, pero se enmascaraba con diversos cultos bajo distintos nombres. Ha llegado la hora para él, desenmascarado, de exigir de los habitantes de la Tierra la adoración divina, en el sentido literal de la palabra.
Al asumir el reinado sobre las naciones, en los primeros días de su mandato el superhombre ejecuta diversas reformas de carácter político, económico, militar y moral; impone su mano también en los sistemas religiosos. Empieza a extirparlos totalmente de sobre la faz de la Tierra. De acuerdo a sus requerimientos, la Tierra debe ser purgada de todas las antiguas religiones y dar lugar a la nueva.
Ya en nuestros días la Humanidad, en su mayoría, se siente cada vez más incómoda con la religión. Los gobiernos de distintos estados emprenden tentativas para liberarse de los sistemas religiosos. Pero en el momento de la aparición del superhombre junto al timón del poder sobre el mundo esta aspiración alcanzará su mas alto nivel entre las naciones.
Los capítulos 17 y 18 del Apocalípsis nos revelan el cuadro de los despiadados juicios sobre la Ramera.
Los escritores religiosos protestantes y comentaristas de las profecías han visto siempre la Ramera en el Catolicismo. Pro, sin duda alguna, esta figura se refiere a todos los sistemas religiosos cristianos o no cristianos. Desde luego, se  incluye al Catolicismo en este cuadro porque es probable que todas las organizaciones protestantes y católicas, después del arrebatamiento de la Iglesia de Cristo, se unifiquen en un solo sistema religioso universal, admitiendo, en parte, en su seno las regiones paganas.
El fin de la religión es ser luz del mundo, recibir las revelaciones de Dios y transmitirlas al mundo. Pero los sistemas religiosos se han convertido en meras instituciones, cada vez más alejadas del Dios verdadero, y el Todopoderoso, en su justicia, los abandona y entrega en las manos del superhombre.
En el capítulo 18 del Apocalípsis vemos a los gobernantes de los reinos terrenales y a sus empresas comerciales que obtenían beneficios de dichas instituciones, parados a lo lejos de la Ramera en ruinas, llorando por la pérdida de sus ganancias como consecuencia de su caída; pero estos empresarios nada pueden hacer para su defensa, pues sin darse cuenta sellaron su destrucción dando el poder al anticristo.
Los ministros religiosos, uniéndose al superhombre, cometen un gran error. Los monasterios y sus bienes son quitados en provecho del estado universal. Los templos se transforman en clubes y lugares de diversión.
El pueblo israelita, que equivocadamente reconoció al anticristo como a su mesías, lo apoya completamente en las intenciones de destruir los cultos religiosos, porque en su ceguera confía que su mesías, el exterminar todas las religiones paganas y cristianas, levantará posteriormente al judaísmo sobre el pedestal mundial como religión universal.

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