cap.1 el objetivo del "mujik" - pag.22-24

teruruguay@gmail.com  (pag. 22-24)

Hace dos años, uno de mis amigos, caminando por la calle en las afueras de la ciudad, vio a un mujik que trabajaba en el camino. Dirigiéndose a él le preguntó: "Tú, ¿qué haces aquí?". "Estoy cavando un pozo, señor", le contestó sin pensar el peón. "¿para qué?", "para tener rublos, señor". "¿para qué necesitas los rublos?" "para comprar comida y alimentar el cuerpo", respondió el mujik apoyándose sobre su pala. "¿para qué necesitas alimentar el cuerpo?" "Para que otros puedan cavar otro hoyo para mi", prosiguió el peón después de una breve pausa.    (MUJIK  ES UN CAMPESINO RUSO).
En las respuestas del caminero se descubre claramente la contestación de la gente de este mundo al interrogante respecto al origen y la existencia del hombre en la Tierra;   se responde que apareció como producto de una naturaleza ciega, existe para cavar pozos, ganar rublos (dinero), alimentar su cuerpo a fin de poder cavar más pozos, hasta que llegue el tiempo en que otro le cave el último pozo, cubriéndole con la tierra, para así terminar la historia de sus obras y de su existencia sobre el planeta.
Todo el afán existencial del hombre contemporáneo se limita únicamente a ganar dinero y alimentar su cuerpo. Nuestra cultura, la industria, el comercio y demás actividades se reducen, en síntesis, a una especie de cavar hoyos; desde luego por personas diferentes, ocupadas en diversas actividades o industrias. Estados enteros, a fin de poder ensanchar los territorios para obtener mayores ventajas o evitar que otros estados les quiten las suyas, hacen a sus ciudadanos inventar y construir armas mortíferas y así poder cavar, en determinados momentos, mayor número de hoyos.
Al imitar el crimen de los estados, algunos individuos se lanzan en pos de diversos pequeños delitos y subterfugios con el único objeto de abrir pozos con mayor facilidad, ganar dinero por el camino más cómodo y satisfacer las necesidades físicas. Inclusive mucho de lo que es santo, o ideal para el hombre, o sea diversas instituciones religiosas de nuestros días, se transforman en pozos lucrativos, modos de hacer dinero que permita a sus obreros religiosos seguir el juego de cavar hoyos.
Desde luego, si la sabiduría de este mundo es veraz; si el hombre apareció en la Tierra sin saber de dónde, por un capricho ciego de la Naturaleza; si se ignora por qué y se desconoce hacia dónde se dirige, entonces ¿Qué significan los breves días que  pasa sobre la Tierra? No importa qué pozo esté cavando, con tal de poder organizarse mejor y dar la máxima satisfacción a su cuerpo. De esta manera resultarán verdaderas las palabras que Pablo pronunciar en su oportunidad: "... comamos y bebamos, que mañana moriremos" (1 Corintios 15:32).
Habiendo considerado brevemente estas respuestas, dirijamos nuestra mirada a la Biblia. Sin embargo, inmediatamente surge la pregunta:   ¿QUE ES LA BIBLIA?.

Los sistemas religiosos tienen sus autoridades; la ciencia, por su parte, tiene sus expertos, las observaciones y los cálculos sobre los cuales basa sus deducciones, Pero ¿sobre qué está basada la respuesta de la Biblia? ¿Cuál es su autoridad para que el hombre pueda aceptar su respuesta como única, infalible y exacta?.
La Biblia no es, como algunos la consideran, una historia del pueblo hebreo, o el libro de texto de la religión judía y de la religión cristiana; como tampoco es una colección de leyes morales.
La Biblia es la palabra viva y eterna del Dios viviente. Es la respuesta del Creador a la pregunta de su criatura, el hombre, acerca del origen de la Tierra y de todo lo que la habita; y, sobre todo, acerca de la razón de la existencia del ser humano en el pasado, en el presente y en el futuro. La Biblia o  necesita que se defienda su autoridad, como el Sol no necesita prueba de que irradia luz y calor, iluminando y calentando la Tierra.
Lo que el Sol cumple en la vida física en la Tierra, la Biblia ha venido realizándolo a través de largos siglos en la vida espiritual del hombre; alumbra y da calor a la vida intelectual y espiritual de los hombres. Allí donde no alcanza el calor del Sol, donde no penetran sus rayos, la vida vegetal es débil y pobre; asimismo, los pueblos y países que no viven bajo la influencia de la Biblia, vegetan pobremente en su condición espiritual, moral e intelectual.


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