CAP 5 La Iglesia, esposa de Cristo pag. 102-105
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Todos los vivientes en la Tierra poseen una característica particular, la de la comunión con otros seres dentro de su especie, de la cual el matrimonio humano es el tipo ideal. Si el hombre se goza, no puede llevar solo el gozo en su corazón, sino que busca con quien compartirlo; pero no corre a la calle para abrir su corazón a cuantos encuentra a su paso, necesita alguien estrechamente unido a él, que pueda comprenderlo y compartir su alegría, porque el gozo, al ser compartido por ambos, significa doble gozo.
Igualmente, cuando sufre alguna aflicción, es difícil al hombre sobrellevarla solo, y de nuevo busca a aquella alma con quien puede compartir sus impresiones: y no irá a la calle para contar su desgracia a toda persona que encuentre, sino que hallará consuelo en comentarlo con la amada.
el hombre fue creado feliz. Se encontraba en amor con su Creador, y bajo su vigilancia se hallaban las criaturas inferiores, que le obedecían y hacían su voluntad. Todo esto, sin duda, llenaba de gozo el corazón del hombre, pero ¿con quién habría él de compartir este gozo, quién había entre las criaturas formadas que pudiera comprender sus sentimientos? El creador estaba en un plano superior al suyo, y las criaturas terrestres en un plano inferior. Es único en el Universo, ya que no había nadie semejante a él ni en el cielo ni en la tierra.
Por esto fue dicho: "Mas para Adán no se halló ayuda idónea, semejante a él" Y cuando este sentimiento de soledad y necesidad de una ayuda idónea maduró totalmente. Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él". Más adelante leemos: "Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas... Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne". (Génesis 2:18-23)
No sabemos cuánto tiempo duró este sueño. ¿una hora, doce horas, o unos cuantos días? Pero leemos que cuando él se despertó, delante suyo había un ser semejante a él, al que reconoció que era carne de su carne y hueso de sus huesos.
Al leer la narración sobre la aparición de la ayuda idónea para el hombre, debemos observar que cuando fue creado Adán también fue creada Eva; pero ella estaba OCULTA en él; para él fue un misterio por tiempo determinado, hasta que sintió la necesidad de una ayuda idónea. Y en respuesta a dicha necesidad Dios le reveló el misterio que tenía reservado para su gozo y satisfacción.
"He aquí, esto es carne de mi carne y hueso de mis huesos", exclama Adán ante la presencia de Eva. Y cuando el apóstol Pablo habla de la verdadera naturaleza de la Iglesia de Cristo dice: "Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos" (Efesios 5:30)
Estas palabras son casi una repetición exacta de las palabras de Adán referentes a Eva. Esta expresión no es una casual coincidencia, sino una gran realidad acerca de la Iglesia de Cristo.
Aparte de la innumerable legión de ángeles en los cielos y de Adán en la Tierra, el Padre tenía desde la eternidad a su Unigénito Hijo, por medio del cual y para quien fue creado el Universo, al cual todo está sometido y por quien todo existe y se mueve. Este Unigénito Hijo del Padre era feliz: Estaba rodeado de la gloria de Dios; bajo su dominio se hallaban los mundos gloriosos de ángeles creados por él, quienes le servían y cumplían su voluntad.
El es bendito, glorioso, feliz y es el Dueño de innumerables mundos; pero El es único en el Universo. Había un Ser superior a El; su Padre; sin embargo, no había ninguno semejante a El con quien compartir las bendiciones, el gozo, la gloria y la conducción del Universo. En su corazón aún había lugar para alguien más, porque El no es un Sostenedor frío, sino Dios de amor y de gozo.
Por eso, como en otro tiempo fue dicho de Adán; "No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una ayuda idónea conforme a su semejanza", en su tiempo fue dicho -segun parece- por el Padre y el Espíritu Santo acerca del Unigénito Hijo "Hagamos para El ayuda idónea a la semejanza suya."
Para ello, el Hijo de Dios, al igual que Adán, debía dormirse con un sueño profundo de tres días. Asimismo, su costado fue abierto con una lanza por el soldado romano. El se despertó nuevamente levantándose triunfante de las angustias de su pasión, del profundo sueño de la muerte al que su cuerpo humano se vio sometido, y como resultado de su despertar apareció Eva: su Iglesia, su plenitud y su ayuda idónea.
Esta ayuda idónea semejante a El va a ser identificada con El por los siglos de los siglos. Estará con El en su trono resplandeciente de gloria y participando con El en la conducción del Universo. "Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos". Estaremos junto a El para siempre jamás como Eva con Adán.
No se trata aquí del reino de Dios en la Tierra, sino de la Reina universal, el Cuerpo de Cristo y la plenitud de Cristo.
Además se revela todavía otra verdad acerca de la Iglesia. De ella se dice que estaba oculta en Dios desde la eternidad y que fue un misterio hasta el tiempo determinado (Efesios 3 1-9)
Todos los vivientes en la Tierra poseen una característica particular, la de la comunión con otros seres dentro de su especie, de la cual el matrimonio humano es el tipo ideal. Si el hombre se goza, no puede llevar solo el gozo en su corazón, sino que busca con quien compartirlo; pero no corre a la calle para abrir su corazón a cuantos encuentra a su paso, necesita alguien estrechamente unido a él, que pueda comprenderlo y compartir su alegría, porque el gozo, al ser compartido por ambos, significa doble gozo.
Igualmente, cuando sufre alguna aflicción, es difícil al hombre sobrellevarla solo, y de nuevo busca a aquella alma con quien puede compartir sus impresiones: y no irá a la calle para contar su desgracia a toda persona que encuentre, sino que hallará consuelo en comentarlo con la amada.
el hombre fue creado feliz. Se encontraba en amor con su Creador, y bajo su vigilancia se hallaban las criaturas inferiores, que le obedecían y hacían su voluntad. Todo esto, sin duda, llenaba de gozo el corazón del hombre, pero ¿con quién habría él de compartir este gozo, quién había entre las criaturas formadas que pudiera comprender sus sentimientos? El creador estaba en un plano superior al suyo, y las criaturas terrestres en un plano inferior. Es único en el Universo, ya que no había nadie semejante a él ni en el cielo ni en la tierra.
Por esto fue dicho: "Mas para Adán no se halló ayuda idónea, semejante a él" Y cuando este sentimiento de soledad y necesidad de una ayuda idónea maduró totalmente. Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él". Más adelante leemos: "Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas... Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne". (Génesis 2:18-23)
No sabemos cuánto tiempo duró este sueño. ¿una hora, doce horas, o unos cuantos días? Pero leemos que cuando él se despertó, delante suyo había un ser semejante a él, al que reconoció que era carne de su carne y hueso de sus huesos.
Al leer la narración sobre la aparición de la ayuda idónea para el hombre, debemos observar que cuando fue creado Adán también fue creada Eva; pero ella estaba OCULTA en él; para él fue un misterio por tiempo determinado, hasta que sintió la necesidad de una ayuda idónea. Y en respuesta a dicha necesidad Dios le reveló el misterio que tenía reservado para su gozo y satisfacción.
"He aquí, esto es carne de mi carne y hueso de mis huesos", exclama Adán ante la presencia de Eva. Y cuando el apóstol Pablo habla de la verdadera naturaleza de la Iglesia de Cristo dice: "Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos" (Efesios 5:30)
Estas palabras son casi una repetición exacta de las palabras de Adán referentes a Eva. Esta expresión no es una casual coincidencia, sino una gran realidad acerca de la Iglesia de Cristo.
Aparte de la innumerable legión de ángeles en los cielos y de Adán en la Tierra, el Padre tenía desde la eternidad a su Unigénito Hijo, por medio del cual y para quien fue creado el Universo, al cual todo está sometido y por quien todo existe y se mueve. Este Unigénito Hijo del Padre era feliz: Estaba rodeado de la gloria de Dios; bajo su dominio se hallaban los mundos gloriosos de ángeles creados por él, quienes le servían y cumplían su voluntad.
El es bendito, glorioso, feliz y es el Dueño de innumerables mundos; pero El es único en el Universo. Había un Ser superior a El; su Padre; sin embargo, no había ninguno semejante a El con quien compartir las bendiciones, el gozo, la gloria y la conducción del Universo. En su corazón aún había lugar para alguien más, porque El no es un Sostenedor frío, sino Dios de amor y de gozo.
Por eso, como en otro tiempo fue dicho de Adán; "No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una ayuda idónea conforme a su semejanza", en su tiempo fue dicho -segun parece- por el Padre y el Espíritu Santo acerca del Unigénito Hijo "Hagamos para El ayuda idónea a la semejanza suya."
Para ello, el Hijo de Dios, al igual que Adán, debía dormirse con un sueño profundo de tres días. Asimismo, su costado fue abierto con una lanza por el soldado romano. El se despertó nuevamente levantándose triunfante de las angustias de su pasión, del profundo sueño de la muerte al que su cuerpo humano se vio sometido, y como resultado de su despertar apareció Eva: su Iglesia, su plenitud y su ayuda idónea.
Esta ayuda idónea semejante a El va a ser identificada con El por los siglos de los siglos. Estará con El en su trono resplandeciente de gloria y participando con El en la conducción del Universo. "Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos". Estaremos junto a El para siempre jamás como Eva con Adán.
No se trata aquí del reino de Dios en la Tierra, sino de la Reina universal, el Cuerpo de Cristo y la plenitud de Cristo.
Además se revela todavía otra verdad acerca de la Iglesia. De ella se dice que estaba oculta en Dios desde la eternidad y que fue un misterio hasta el tiempo determinado (Efesios 3 1-9)
Al parecer, cuando el Unigénito hijo, semejante al rocío de la aurora, surgió del seno del Padre (o mejor dicho, se hizo visible a los ángeles, a que El existió eternamente con el Padre), surgió también el plan y propósito de la Iglesia, ya que el Espíritu Santo dice por medio del apóstol Pablo; "Según nos escogió (el Padre) es El (el Hijo de Dios).... antes de la fundación del mundo. (Efesios 1:3-5).
He aquí un gran misterio, poco accesible para nosotros, el cual entenderemos únicamente cuando lo veremos a El, así como El es, y seremos semejantes a El, y nos uniremos a El para siempre. Ahora vemos todas las cosas como a través de un vidrio deslucido, pero nos gozamos en aquello que está abierto ya ahora para los hijos de los hombres.
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