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cap. 12 EL TERCER MUNDO, DISPUESTO PARA LA ETERNIDAD (pag. 213-215)
"por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en aguas; pero los cielos y la tierra que existen ahora.... están guardados para el fuego.... Mas nosotros esperamos, según sus promesas cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia, dice el apóstol en 2 Pedro 3:613.
En el anterior examen de nuestro planeta pasó ante nuestra mirada la purificación de la Tierra por las aguas diluvianas. En el último capítulo hemos visto su purificación por medio de la catástrofe de fuego. Pero ¿y después que? ¿cuál es el destino final de la raza humana?.
En el principio enfatizamos el hecho de que la Biblia es la respuesta de Dios a la pregunta del hombre respecto al pasado, presente y futuro de nuestro planeta y todo lo relacionado con él, o sea sus habitantes. Por tal motivo. para poder hallar respuesta satisfactoria a nuestra última pregunta debemos dirigirnos nuevamente a este libro.
Mediante el estudio cuidadoso de la Palabra de Dios encontramos que bajo las palabras "la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" se sobreentiende que no se trata de la destrucción o aniquilación total de nuestro planeta. El Espíritu de Dios nos habla de un cambio total de su cielo o atmósfera y del reemplazo de nuestro actual cielo por un cielo nuevo con elementos nuevos. Se habla aquí de un cambio y reorganización de toda la superficie terrestre y su preparación para la nueva y eterna condición de vida apara una Humanidad sin pecado, que se encuentra en nuevos cuerpos glorificados que no necesitan más de los actuales elementos ambientales, hoy día ya tan contaminados, sino de alguna atmósfera mejor o superior.
Confirmando esta verdad, prestemos atención a algunos pasajes de las Sagradas Escrituras. En el Salmo 102: 25,26 David dice: "Desde ele principio Tú fundaste la tierra y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas Tú permanecerás: y toods ellos como una vestidura se envejecerán: como un vestido los mudarás y serán mudados. "
En este pasaje se habla sobre el cielo y la Tierra en el sentido propio de cambio, pero no de destrucción.
En el Nuevo Testamento, por medio del autor de la carta a los Hebreos, el Señor confirma esta realidad con más claridad y precisión en las siguientes palabras: "la voz del cual conmovió entonces(esto es, el tiempo del del diluvio) la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo (lo cual sucede en el tiempo de la catástrofe descrita en 2Pedro 3:10-13). Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles como cosas hechas, para que queden las inconmovibles (o sea, lo eterno) (Hebreos 12:26,27).
El momento de esta combustión y transformación de la Tierra y su cielo atmosférico lo tenemos también las palabras de Juan: "Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos (Apocalípsis 20:11). Este es el instante de la fusión atómica y renovación de nuestro planeta.
La Iglesia y todos los santos participes de la primera resurrección se encuentra con el Señor en cuerpo glorificados. El diablo, sus ángeles y la humanidad pecadora son arrojados juntamente en el lado de fuego y la Tierra experimenta una renovación por fuego. Pero ¿qué ocurre con la humanidad que vivió en la Tierra duran el tiempo del reino milenario y permaneció fiel a Dios?. Antes de la catástrofe, y a pesar del gran número de rebeldes que perecieron con Gog y Magog, es muy probable que el número de estas personas ascendiese a unos cuantos millones. ¿De qué manera se salvan ellos del fuego devorador?
No encontamos en la Biblia una respuesta directa a esta pregunta; sin embargo, cuando Elías fue elevado de la Tierra en un carro de fuego, no pereció. Lo vemos más tarde en el monte Tabor, junto con Moisés, hablando con el Señor. Tres hebreos jóvenes fieles a Dios - Sadrac, Mesac y Abednego fueron echados en el horno calentado siete veces más de lo habitual: no obstante, al ser liberados del mismo y examinados, comprobaron que el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos.
El remanente del mundo antediluviano constituido por la familia de Noé entró en el arca para trasladarse a la Tierra purificada a través de las aguas del diluvio. Cómo han de pasar los millones de habitantes fieles del milenio a la nueva Tierra nosotros no lo sabemos. No obstante, vemos a estos pueblos salvados en la nueva Tierra, con vida eterna. No perecieron en el fuego y tampoco perecerán por los siglos de los siglos (Apocalípsis 21:24).
La vida eterna de los hijos de los hombres en la renovada, inamovible Tierra no es un mito, no es una imaginación de humana fantasía, sino que es tan realidad como la vida humana actual sobre nuestro planeta que va llegando a su fin.
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