CAP 3 el reinado del hombre: esquema del porvenir mundial

(página 59-60)
“El mundo que entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, son reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres.” Así suena la verdad bíblica respecto al pasado y futuro de la historia del planeta Tierra. Y hay más: “Su aventador está en su mano y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.” Cuando el aventador de los juicios divinos descendió sobre el mundo antediluviano, en medio de la descomposición general se halló un pequeño puñado de cosecha sana: la familia de Noé. Dios sacó a este residuo de entre los perdidos, lo guardó de los juicios, trasladándolo a la nueva Tierra, purificada de corrupción.
DECADENCIA FISICA DEL SEGUNDO MUNDO
En la nueva Tierra la familia humana se encontró en condiciones completamente distintas a las antediluvianas. Nuestro planeta ya no se encontraba como el huevo en un nido tibio. El nido resultó quebrado y destruido.
Las partes de la Tierra alejadas de los rayos solares se transformaron en polos cubiertos por témpanos de hielo. Asimismo, las partes de la Tierra que estaban más próximas al Sol llegaron a sufrir calores insoportables.
Las zonas templadas ya no pudieron ser tan fértiles como hasta el diluvio por carecer de temperatura e irrigación uniformes.
Ahora se cumplió plenamente la palabra que Dios dijo respecto al futuro de la Tierra después de la caída de su señor (Adán): “Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá..” (Génesis 3.17)
Hasta el diluvio obraban en la Tierra poderes de fertilidad puestos durante la creación, y también cooperaban los cielos que circunvalaban a la Tierra. Ahora la atmósfera ha cambiado; la fertilidad ha sido reemplazada por espinos y cardos. El campo se abrió a diversos insectos dañinos, La maldición que el hombre atrajo sobre sí con su caída entró ahora en sus plenos derechos.
En lugar de la temperatura uniforme aparecieron las estaciones del año, el frío y el calor, el invierno y el verano, alternativamente (Génesis 8:22) También la familia humana, en lugar de la despreocupación de una vida bendecida por Dios, debía entrar en lucha por la existencia, adaptándose a las nuevas condiciones.
La enemistad empezó entre toda clase de seres. El hombre, debido a la insuficiencia de alimentos vegetales, comenzó a destruir las criaturas inferiores para alimentarse con la carne de ellas. Esta llegó a estremecerse delante de quien fue su buen gobernante (Génesis 9.2-4). A su vez, la criatura inferior, por falta de comida vegetal conveniente, procedió a despedazar a otras más débiles a fin de comer sus carnes. Principió el gemido de toda la creación, el cual se prolonga hasta nuestros días (Romanos 8.19-23)

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