cap.6 La ilustración de Amalec - pag. 108, 109

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(pág. 108-109)

Toda la Biblia, desde la primera hasta la última página, está dedicada a la historia de esta lucha. En el segundo libro de Moisés - Éxodo- se describe un caso ilustrativo; la guerra visible de Israel con Amalec. En dicha narración hay unas palabras misteriosas que no tienen explicación posible si no es en un sentido figurado y simbólico. Dice el texto bíblico:  "Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación" (Éxodo 17:8-16). ¿De qué guerra se trata? ¿Con cuál Amalec el Señor tiene batalla de generación en generación?

En la historia posterior no vemos que este pueblo haya tenido guerra con Amalec de generación en generación.  Además, el texto bíblico no dice:  "Israel tendrá guerra con Amalec", sino:  "Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación."

¿De qué Amalec se trata?

El lenguaje bíblico parece referirse no tanto al pueblo cananeo que residía en el sur de Palestina, como al incitador de aquella guerra de resistencia a los planes de Dios: quien en tiempos remotos se "levantó contra el trono de Jehová", el invisible Amalec, el diablo.

En esta despiadada pugna hay momentos en que Israel prevalece, pero  de pronto retrocede y cada vez se debilita más. Finalmente llega a una total bancarrota física, moral y espiritual, tornándose incapaz de proseguir luchando por el restablecimiento del reino de Dios.

El ejército, compuesto por soldados heridos, pierde su capacidad para continuar el combate; le es necesario una enfermería y no un campo de batalla. Israel, cubierto de heridas, no es apto para seguir luchando y Dios debe internarlo en su hospital, donde se encuentra ya hace aproximadamente dos mil años. Con todo, la lucha entre Dios y el Amalec espiritual no se suspendió:  tan pronto su vaso visible resultó incapaz de proseguir su plan, Dios lo separó de la lucha, llamó a otra legión. Esta vez no escogió a tal o cual nación, sino a individuos de entre todas las tribus, pueblos y lenguas. A estas personalidades El las regenera por medio del Espíritu Santo, infundiendo en sus corazones nuevas ideas, nuevo sentido y nuevas actividades en la Tierra. El las lava, por medio de la sangre de Jesucristo, de todos sus antiguos vicios, y por medio de esta misma sangre las une en un cuerpo indivisible, del cual El mismo es la cabeza.

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