cap.6 EL CUERPO A CUERPO DE LOS DOS LIDERES pag. 113-115

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La lucha de la Iglesia de Cristo, su legión en la Tierra, es idéntica a la del propio Señor, su Cabeza. Cristo vino a la Tierra personalmente para luchar y ganar la victoria definitiva sobre el diablo, quien dominaba la Tierra, y conociendo el propósito de la venida de Cristo, intentó destruirlo, a través de herodes, inmediatamente después de su nacimiento. Tan pronto como Cristo entra en el campo abierto de las actividades, lo vemos luchar cuerpo a cuerpo con Satanás en el desierto por espacio de cuarenta días. Todas las actividades posteriores de Cristo se realizan bajo los continuos ataques del príncipe de este mundo, los que van tomando incremento a medida que se acerca el momento decisivo del Señor.  La lucha atroz, propiamente dicha, la vemos en Getsemaní  cuando el Señor lucha en agonía. Todas las  fuerzas satánicas están dirigidas a El.  Agotado por la lucha el Señor se dirige a sus discípulos  en busca de ayuda. Espera de ellos apoyo en sus oraciones, pero ellos están cansados y duermen. Encontrándose  en agonía, clama al Padre, implora su ayuda, suplica que la copa de la muerte pase, y el Padre envía al ángel que lo fortalezca. ¿Quién fue este ángel? A nosotros no nos es dado saberlo, pero probablemente fue el arcángel Miguel, jefe de los combatientes del Señor que participan en la batalla entre Dios y el diablo.

Por último, el apóstol Pablo, al hablar sobre esta lucha,  escribe: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruego y súplicas con gran clamor... fue oído a causa de su temor reverente" (Hebreos 5:7). El evangelista Lucas escribe por su parte: "Y estando en agonía, oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra" (Lucas 22:44)

"Estando en agonía", esto es,  en agonía con el diablo :el Hijo de Dios, creador del Universo, se debilita: apenas puede mantenerse firme: de otro modo, no estaría clamando por ayuda, y el Padre no hubiera mandado al ángel.

Con frecuencia se nos dice que Cristo oró para que pasase la copa de la  muerte en el Gólgota. En realidad, El vino para ir al Gólgota, pues de ello hablaba reiteradamente y preparaba a sus discípulos para ese momento.   Pero ahora, en Getsemaní, una muerte más cercana estaba en manos del diablo, quien pretendía impedir a Cristo ascender al Gólgota, lugar de su victoria sobre Satanás.  El sudor de sangre, como resultado de la lucha, probablemente hubiera interrumpido la vida de Cristo en Getsemaní. De ese modo, Cristo no hubiera podido consumar abiertamente su gran victoria moral en la cruz.

Extenuado, y viendo la copa de la muerte inevitable,  Cristo implora al Padre, quien puede salvarle de muerte solitaria, y el Padre le escuchó salvándole de la muerte en Getsemaní mediante el ángel que viene para fortalecerlo en la lucha: así Cristo triunfó.

El Señor subió al Gólgota como Vencedor. Allí El no oró al Padre pidiendo ayuda, antes oró por sus adversario. En Getsemaní fue acabada su lucha personal con el diablo. Los postreros días de la Iglesia, su Cuerpo, su legión que prosigue esta lucha son su espiritual Getsemaní. En muchos países su Iglesia ya está experimentando la agonía de Getsemaní, pero se acerca el momento en que su Getsemaní abarcará toda la Tierra, sin excepción de países y lugares donde la iglesia fiel se encuentre. Su lucha será más dura y decisiva cada día que pase.

De por sí surge una pregunta: ¿Cuánto tiempo durará esta lucha,  cuándo será el fin y qué clase de fin será?.

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