cap. 6 - LA BATALLA DE LA IGLESIA - PAG 109-111

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En nuestro humano lenguaje llamamos a esta legión iglesia de Cristo. Con frecuencia tiende a convertirse en una organización religiosa humana, pero en esencia, a los ojos de Dios, ella es su legión, llamada para continuar la lucha con el antiguo Amalec, el diablo, hasta la victoria final, hasta que todo nuestro planeta sea liberado de toda influencia diabólica, y el mismo Satanás y todas sus fuerzas tenebrosas sean echadas de la Tierra al lago de fuego (Apocalípsis 20:10-15).

Todo verdadero miembro de la Iglesia, sin excepción alguna, es un soldado de Jesucristo. El apóstol Pablo,  escribiendo a los efesios, dice. "Por lo demás, hermanos mios, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestios  de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podais resistir en el dia malo y habiendo acabado todo, estad firmes". (Efesios 6:10-13)

Se sobreentiende por órdenes, poderes, gobernadores del mundo de este siglo, los ángeles tenebrosos del diablo, los que dirigen a individuos, a pueblos y naciones, y el mismo diablo es el principe de este mundo (Efesios 2:2).

En esta batalla entró la Iglesa desde sus primeros días de existencia, el dia de Pentecostés. En el Apocalípsis de Juan leemos.: "Después  hubo una gran batalla en el cielo: Miguel  sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado en la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él (Apocalípsis 12:7-9).

Hasta la muerte, resurrección y ascensión de
El cielo está purificado, pero la guerra en la Tierra prosigue la pugna; entre Dios y el Amalec espiritual se prolonga la lucha de generación en generación. Cuando Israel fue instrumento en las manos de Dios, Moisés se dirigió a Josué con esta orden: "Escógenos varones,  y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano" (Éxodo 17:9-16). En la historia de la lucha espiritual, al llegar por la intercesión de Jesucristo el día de Pentecostés, Dios envió, no a Josué, ni al arcángel Miguel, sino a la tercera persona divina, al Espíritu Santo. Con este encargo de parte del Hijo de Dios: Desciende a la Tierra y escoge a los hombres y mujeres de entre todas las tribus, pueblos y lenguas, regenéralos a una nueva vida, llévalos a la lucha, y Yo estaré sobre la cumbre del collado divino, es decir, en el trono del Padre, con las manos levantadas intercediendo por todos los soldados que pelean la buena batalla de la fe (Hebreos 7:25)

El Espíritu Santo (Juan 16:7-15) comenzó así un nuevo período de lucha. Llevó a la guerra a los legionarios regenerados por El,  bajo el nombre de Iglesia o Ecclesia. 

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